(Los nombres han sido cambiados por privacidad de las personas mencionadas)

Esta vez fue algo bastante curioso, no podría decir que es algo que veo todos los días, ya que muchas veces no ocurren cosas como las que escribiré a continuación.

Todo empezó con un café, una mirada cómplice, una sonrisa y una buena dosis de morbo. Un día lluvioso salí a caminar para evitar el tedio de donde vivía, entre pensamientos y decisiones termine mi revoloteo tardío en el café de un amigo, la noche tragaba lentamente los últimos atisbos del día y daba cabida al frio velo de la noche, mientras tomaba un café negro sin azúcar y bien cargado me perdía en pensamientos vagos y banales hasta que una dulce voz me levanto de mi trance idiotizado.

La reconocí, aquella voz era conocida, sus grandes ojos color caoba, sus dulces labios y aquellos generosos senos, y su figura placida, pincelada con hermosas curvas. Era Marcela, una amiga de los tiempos universitarios. Fui sorprendido realmente por aquella sorpresiva visita, no esperaba a nadie y menos a ella, llegaba a mi mente el recuerdo de nuestra despedida, en el aeropuerto con su vuelo hacia el exterior cada vez más cercano, como era de esperarse y como buen pervertido que soy mi primera mirada fue a aquellos deliciosos hermosos senos cubiertos por aquella camisa color verde, era de esperar una mirada de reproche seguida por un habitual “tú nunca cambias” dibujado lentamente por un pequeño rubor en sus mejillas y una risita casi imperceptible, excepto para mí.

Así continuamos con una charla bastante amena, entre risas de sucesos ocurridos durante nuestra ausencia y experiencias pasadas, pronto aquellos cafés los cambiamos por espirituosos tragos de ron y lentamente nos dejamos llevar por el hilo de nuestra conversación hasta tocar temas cada vez más atrevidos, hablamos de nuestros encuentros, de aquellas personas con quienes tuvimos momentos de placer hasta tocar el tema de las fantasías.

Podría decirse que ahí nuestros estribos se perdieron, el alcohol y el sexo son armas peligrosas, más si cada minuto que pasaba entre palabras te sientes más y más excitado; no podría decir que soy un experto, me considero más un entusiasta de todos los juegos que pueden llevar las artes amatorias, a veces culpo al alcohol pero quien puede negar que un tema tan interesante no lo lleve a fantasear con quien compartes. Trababa de disimular aquel instinto que brotaba cada vez más cerca de perder el control, ¿Quién no ha tenido esa sensación de hacerlo ahí mismo, destripando el pudor entre caricias y besos? Eso ocurría, mientras trataba de tener control evitando desnudarla con la mirada.

No sé en qué momento Marcela capto mis intenciones, pero notaba cada expresión más suelta y picara, podría asegurar que ambos teníamos pensamientos similares, hasta que en medio de nuestra charla ella tomo la iniciativa al siguiente nivel:

– Oye Juan, hemos hablado bastante y la verdad no sé si las copas se me han subido bastante a la cabeza, pero ¿sabes? Hablar contigo me ha hecho tener algo más de “privacidad” contigo.

Inmediatamente se acercó a mi oído y me susurro las siguientes palabras: “Tengo ganas de hacer algo estúpido y chuparte duro esa verga que se ve que está a punto de estallar fuera de ese jean”.

Mi cara no ocultaba asombro alguno, la imagen de aquella chica alegre que no veía hacia años se desvaneció por completo antes la imagen de una mujer llena de lujuria y pasión, sentí como se me puso más dura después de aquellas palabras sucias, adoro lo sucio oculto tras una máscara inocente, lo sigo adorando y esa no fue la excepción. Pagamos la cuenta, tomamos un Uber y fuimos camino a un hotel cercano, rentamos una habitación y el fuego invadió nuestros cuerpos deseosos de placer.

Aquí podría decirse que todo estaba en cierto modo era algo predecible, dos amigos cachondos a punto de tener sexo a raíz de una conversación caliente animada por el alcohol… Pero no fue así, las caricias y los besos dieron pausa a lo que sería el pequeño interludio antes de una noche aún más maravillosa.

Marcela algo sonrojada miro con sus ojos alago apenados a través de mí, fijo toda su concentración y soltura en decirme sin pena su deseo más ferviente en ese momento.

– Juan… – trago saliva incorporándose con toda la valentía que recogió en ese instante, soltando su deseo mientras cerraba sus ojos por el pudor- quiero estar contigo y con alguien más en este momento, quiero dos hombres usándome, quiero sentirme una puta, loca llena de placer mientras me meten dos penes por todos mis orificios, quiero hacer algo estúpido Juan-

Su cara ruborizada por completo emanaba una leve calidez que solo alguien con una sinceridad tan profunda podría expresar, estaba aterrada de confiarme su fantasía, su deseo, su meta en aquel delicioso juego que es la sexualidad.

El silencio lleno la habitación por un segundo, aun con los ojos cerrados, ella respiraba nerviosa, mis brazos se entrelazaron en su espalda dando un buen abrazo, de eso que dan un poco de confianza y con un tono suave y delicado me dirigí hacia ella:

– Vamos a hacerlo- dije con una sonrisa – pero con una condición: Tú debes decidir quién será la otra persona-

Una sonrisa y un abrazo aún más cálido que el mío dio rienda suelta a Marcela quien en un santiamén agarro su teléfono móvil y escribió con rapidez un mensaje.

– ¡Ya está! – respondió con una sonrisa gigante – solo es esperar un poco-
Esperamos pacientemente mientras seguíamos conversando sobre el sexo, Marcela hablaba esta vez más entusiasmada que en aquella escena del café mientras los minutos pasaban más ávidos.

Pronto la puerta de la habitación sonó con un toc toc en la entrada, ella abrió y nos presentó al actor de nuestra escena de hoy.

Alto, fornido de rasgos fuertes, ojos negros y barba color carbón, moreno de ojos color miel que esbozaban una gran sonrisa hacia Marcela, no niego que sentí algo de celos, tranquilamente podría ser modelo de alguna revista por catálogo, mientras que yo… soy más del promedio.

– Juan él es Jhon, él es la primera persona a la que le comente lo que te dije, él sabe a qué viene al igual que tú y sin más preámbulo disfrutemos de este momento juntos, ¿vale?-

Al momento de terminar su corta introducción sentí como su mano de abalanzo a mi entre pierna al unísono que la de nuestro nuevo compañero, las caricias no cesaron hasta sentir como se ponía mi pene duro en un fugaz instante.

Con rapidez desabrochamos nuestros pantalones solo para ver como bajaban rápidamente al suelo junto con nuestra ropa interior dejando al descubierto nuestros miembros, sus manos hábiles movieron al unísono mientras su boca se deslizaba amablemente en el pene de Jhon, la saliva corría a través de su asta mientras sentía como los movimientos gráciles de su mano acariciaban el mío, prontamente un hilillo de saliva se desprendió entre el glande y su boca cambiando hacia mi pene, su lengua acariciaba mi glande con suavidad haciendo recorrer pequeñas corrientes por todo mi ser mientras sus labios carnosos subían y bajaban. No lo pude evitar, ya desatado deje atrás la razón para cumplir mi rol y darle más picante a aquel hermoso derroche de placer:

– Muy bien, esta deliciosa tu boca pero ahora la quiero hasta el fondo- dije al momento de poner mi mano en su cabeza y empujar suavemente hasta el fondo- y no olvides mis bolas perra, mas quiero bien hinchadas para darte más duro-

El efecto fue el esperado, sus pezones duros y su recorrido hacia afuera hizo que me lamiera con gusto mi verga hasta la base, chupando mis bolas con fuerza mientras usaba su mano para masturbarme. Jhon también sintió el efecto de aquella excitación ya que se veía en su cara que el placer de hacerla sentir sucia nos era beneficioso para los dos.

Al entender el juego comenzamos a ser más bruscos y salvajes, Valeria perdía el control con cada acto burdo que hacíamos en ella, sus mamadas cada vez más profundas no tardaron de sacarme una gran eyaculación dentro de su boca, solo pensaba en sus enormes pechos, su mojada vagina y las ganas incontrolables de tomarla.

Comenzamos turnándonos, el primero en su vagina, mientras so seguía en su boca, el animal desatado de los tres afloraba a flor de piel y el pudor no tenía cabida en aquella habitación densa por el calor nuestro.

Los movimientos de ella fueron perdiendo delicadeza cada vez que Jhon arremetía mas y más en ella, los gemidos opacados por mi pene en su boca surgían débilmente, ahogados por el movimiento cada vez más hondo de mi miembro entre sus labios. Pronto y con afán ella retiro sus labios y con jadeante semblante me vio directo a los ojos, ahogada en un mar de prohibidas delicias y con lo poco que quedaba de cordura en su ser dijo con voz entre cortada:

-¡Juan no aguanto más, quiero sus vergas adentro, soy su puta, acaben conmigo por favor!-

Sus palabras fueron claras y directas, no podía negarme, lo deseaba rellenar su culo con mi leche, ya no era yo, era un animal, un animal hambriento y deseoso de tomarla, quería dejarla muerta, sin ánimos de más, colmando mi placer con su cuerpo, ya no era yo, era alguien más.

Jhon se hizo abajo entrando en su vagina mientras yo, arriba me preparaba para arremeter su culo, mi verga, gruesa y cada vez más llena de sangre quería entrar sin preámbulo, los movimientos sistémicos rellenaban sus orificios mientras los tres nos perdíamos… No puedo negar que rememorar aquel recuerdo me hace querer volverlo a repetir, aquellos labios esgrimiendo gemidos magistrales mientras sus tetas columpiaban a través del movimiento, de solo pensarlo me hace volverlo a desear…

Así continuamos nuestra faena, dejándonos llevar por nuestra retorcida creatividad, cometimos actos sin cansancio hasta más no poder, dejándonos llevar por el placer de los cuerpos perlados por el sudor, fue una noche para no olvidar jamás.

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