La historia que voy a narrar, sucede en el mismo lugar donde yo estoy trabajando. Un hotel del centro de la ciudad. Para no desvelar los implicados en este asunto, los llamaremos de diferente nombre. Ellos son una pareja joven, de entre 25 y 30 años. Por aquel entonces yo tenía unos felices 26, ganaba un buen sueldo y lo mejor de todo era que mi trabajo me gustaba. Era uno de los camareros del hotel, nos encargábamos de todo lo que tenía que ver con restauración. Esta pareja se alojaba en la habitación 213. Digo este numero, porque no existe en el hotel. Mucha gente desestima todo lo que acabe en 13 y más aún cuando te toca dormir. Somos animales de costumbres.

En uno de mis turnos, llamaron de la habitación para pedir un room service. Consistía en un par de bocatas y una botella de vino. Nada fuera de lo normal. Colgué el teléfono e inmediatamente empecé a prepararlo todo. Esperando al ascensor, me encontré con todo tipo de clientes que venían a disfrutar del fin de semana.

Ya en la puerta, llamé dos veces y dije que era el servicio de habitaciones. Me abrió un chico bien parecido, con buena tonalidad muscular y una mini toalla en la cintura. «Que manía tiene la gente de ducharse cuando saben que vamos a venir» – pensé. Amablemente me pidió que pasará y dejara la bandeja en la mesita del fondo de la habitación. Dejé el baño a mi izquierda y continúe por el pasillo hasta toparme con el mini salón. La cama estaba a la izquierda también y en un gesto involuntario, giré la cabeza para saludar a la persona que había dentro de la cama. Una chica morena, con gafas de montura negra, que mientras levanta la mano para saludar me percato de que esta con el móvil y las tetas fuera del edredón. Con disimulo sigo mi camino hacia la puerta. El chico me da 5 euros de propina, me coge del hombro para que me espere y volviendo a coger la cartera, saca 100 euros más. Me quedo con los ojos abiertos. Rápido me saca de la ensoñación; «te pagaremos 100 euros si te quedas a mirar» – me dijo. «A mirar qué? Como cenáis?» – dije en tono burlón. «A mirar lo que hacemos en la cama» – puntualizó ella. Tampoco podía abandonar mi puesto de trabajo por mucho tiempo, pero por 100 euros valía la pena estar descansando.

«Que bien que te hayas quedado» – dijo el chico. «Tampoco tengo mucho tiempo para entretenerme, pero tengo curiosidad por veros» – mis palabras sonaron directas e insinuantes. La chica se quitó totalmente el edredón y dejo al descubierto unas tetas bien puestas con dos pezones puntiagudos. Un culo redondo que pedía ser tocado y un monte de Venus con una fina línea de pelo. Era impresionante. Le pidió a su chico que se acercara, cuando estuvo delante, quitó la toalla de la cintura y de un salto apareció un pene vigoroso que ella no dudo en meterse en la boca. La polla del chico abultaba en la boca de ella, cada vez tragaba un poco mas y un hilillo de saliva comenzó a colgar de su boca. Ella me miraba fijamente. Creo que se dio cuenta de que mi polla también había cogido forma y se notaba por el pantalón. Sacó la polla de la boca de su novia, la tumbó y la abrió de piernas. Asomé mi cabeza por encima de las piernas y lo que antes era un coño normal, ahora era brillante debido a la lubricación que daba la excitación. La lengua del chico subía y bajaba, diferentes círculos eran trazados en el clítoris y ella no dejaba de tocarse las tetas y mirarme. Él se incorporó y acercando su polla al coño de ella, la introdujo, lo que produjo un pequeño gemido por parte de ella. Empezó a envestirla una y otra vez, ya no podía ocultar mi bulto del pantalón. Me bajé la cremallera y saque mi polla. Empecé a masturbarme. No apartaba la vista de ella, me tenía hipnotizado. El contoneo de las tetas, su mirada, sus gemidos… Con un dedo, me pidió que me acercará. Cogió mi polla y la acarició. Ella seguía siendo follada por su chico. Se la metió en la boca y fue una sensación indescriptible. Estaba ardiendo y su lengua redondeaba mi capullo dándole forma. Toqué sus tetas y sus pezones. Su chico le pidió que se pusiera a cuatro patas. El seguía follándosela, mientras ella chupaba mi polla. Mi cara era una oda a la excitación. Acariciaba las tetas por debajo, el efecto de la gravedad parecía que las hubiera hecho mas grandes. Mi polla estaba enorme.»Quieres probarla?» – me dijo el chico. Nos cambiamos la posición. Ahora yo estaba detrás, sujeté mi polla y lentamente se la fui introduciendo en el coño. Estaba un poco apretado, ella hacia contracciones para notar mucho mas mi polla. Me percaté del tatuaje que tenía en la parte baja de la espalda. La bola negra del billar. Curioso. Mis envestidas cada vez fueron mas rápidas, mas rítmicas. Ella estaba chupándole la polla a su novio de nuevo. Quise probar un poco de su espuma de Venus, así qué, saqué la polla y comencé a meterle la lengua en el coño. Sabía delicioso. «Nunca te has comido el culo de una tía? – vocifero ella – «Mete la lengua en mi culo, por favor» – me dijo. Así hice. Eché un poco de saliva en su pequeño agujero y comencé a lamerle. Esto si que me excitó. Lamerle el culo fue lo mejor de toda la noche. Comenzó a agitarse de manera espasmódica, le gustaba. Pasé mi dedo índice por el contorno de su agujero e hice una pequeña incursión a través de él. Era increíble. Cambiamos la posición. Ahora yo estaba abajo y ella encima mio, cabalgando. Su novio estaba atrás lamiendo su culo un poco más. Note como el deslizaba su lengua mas hacia abajo, hasta tocar mis huevos. «Me esta lamiendo los huevos» – pensé. Efectivamente, lo estaba haciendo y se sentía muy bien. Además sus dedos estaban hurgando en mi culo, primero uno y luego dos. Que sensación!. Su novia seguía cabalgándome, la metí un dedo por detrás y buscó mis huevos para tocarlos y amasarlos. Su novio dejo mi culo, se puso de pie, hundió a su novia contra mi y me pidió que le separase las nalgas para poder meter la polla por detrás. Así fue, ella grito de placer cuando le entró la polla en el culo. Después de una pausa, los dos a la vez, comenzamos a subir el ritmo. Gritos y mas gritos de placer. Las gafas cayeron a la cama. El novio saco la polla del culo de ella y se incorporó. Ella también se levanto y me dio la espalda. Se empezó a sentar en mi polla, pero se la introdujo en el culo. Estaba muy apretado, mi polla se sentía muy bien en ese orificio. La empecé a follar con dureza, quería correrme en su culo como fuese. Su novio, volvió a introducir dedos en el mio, primero uno y luego dos. Se estaba abriendo. Note algo mas gordo intentando entrar dentro de mi. Era su polla! Me quería follar el culo. Y así fue. Sentí entrar su capullo y después todo su tronco, me abrió todas las paredes de mi agujero. Ahí estábamos, yo follándome el culo de su novia y él follándome el mío. Cada vez me sentía mas cerca de correrme. De hecho, lo hice una vez dentro del culo de la chica. Después, ella se quito y mientras su novio entraba una y otra vez dentro de mi, ella me chupo la polla. No pude más. Me corrí en su cara y sus tetas sin querer. «Guau, cuanta leche» – dijo. «No tardes mucho que también quiero la tuya» – le dijo a su novio. Acerco la cara cerca de la polla de él, la saco de mi culo y escupió todo el esperma que tenía en la cara de su novia.

«Ha sido espectacular» – dijo el. «Lo siento chicos, pero debo volver al trabajo» – dije mientras me vestía. «Creéis que podríamos repetirlo?» – pregunto el novio. «Siempre que sea en este hotel, estaré disponible»- conteste. Y así fue como conocí a esta extraña pareja y placeres tan extremos que son difíciles de explicar. Por cierto, al salir de la habitación, la chica salió corriendo detrás de mi, se colocó delante, se desabrocho la camisa y me dijo….me dijo…

Perdón, pero esta es otra historia.

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